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Mara Swan: La Tentación Prohibida de la Hermanaastra

La tarde se deslizaba lentamente, y el sol comenzaba a esconderse detrás de las montañas, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados. En la tranquilidad de una casa vacía, Mara Swan, la joven y tentadora hermanastra, esperaba con ansias el regreso de su hermano. Pero esta vez, sus intenciones eran más que inocentes. Mara, con su cuerpo curvilíneo y su mirada seductora, había planeado algo que cambiaría su relación para siempre.

La puerta principal se abrió con un crujido, y allí estaba él, su hermanastro, con una mochila colgada del hombro y una expresión de cansancio en el rostro. Mara, con una sonrisa traviesa, se acercó a él, sus pasos silenciosos sobre la alfombra. “Hola, hermanito,” susurró, su voz un murmullo tentador. “Nuestra casa está vacía hoy. ¿Por qué no subimos a mi cuarto y te relajas un poco?”

Él la miró, sorprendido por la invitación, pero incapaz de resistir la tentación que emanaba de su hermanastra. Subieron las escaleras, cada paso resonando con la promesa de lo que estaba por venir. Al llegar a su habitación, Mara cerró la puerta con un suave clic, encerrándolos en un mundo de deseo y tentación.

La habitación de Mara era un reflejo de su personalidad: sensual, misteriosa y llena de secretos. Las luces suaves y las sábanas de seda invitaban a la lujuria. Mara se acercó a su hermanastro, sus manos deslizándose por su pecho, sus labios rozando los suyos en un beso tentador. “Hoy, quiero que te corras en mi culo apretado,” murmuró contra su boca, sus palabras cargadas de deseo.

Él la miró, sorprendido, pero su cuerpo ya respondía a la tentación. Mara se alejó, sus movimientos gráciles y provocadores, mientras se despojaba de su ropa. Su cuerpo, curvilíneo y perfecto, se reveló ante él, sus grandes pechos y su trasero firme y redondo. Mara se giró, ofreciéndole una vista perfecta de su culo, y se inclinó, invitándolo a explorar cada centímetro de su cuerpo.

Él se acercó, sus manos acariciando sus curvas, su boca dejando un rastro de besos en su piel. Mara gimió, su cuerpo temblando de anticipación. Se giró y lo besó profundamente, sus lenguas enredándose en un baile sensual. Con movimientos rápidos, Mara lo desnudó, sus manos explorando su erección, su piel caliente y tensa.

Mara se arrodilló frente a él, sus grandes pechos rozando su cuerpo mientras tomaba su miembro en su boca. Lo chupó con avidez, sus movimientos expertos, su lengua trazando patrones en su piel. Él gimió, sus manos enredadas en su cabello, perdido en el placer que ella le proporcionaba.

Finalmente, Mara se levantó, una sonrisa traviesa en su rostro. “Es hora de lo que realmente quiero,” susurró, guiándolo hacia la cama. Mara se inclinó sobre la cama, su culo perfecto y redondo levantado, invitándolo a explorar su entrada más íntima.

Él se colocó detrás de ella, su miembro duro y listo. Mara lo miró por encima del hombro, sus ojos llenos de deseo. “Fóllame, hermanito. Quiero sentirte dentro de mí,” murmuró, su voz un susurro tentador.

Él entró en ella lentamente, su miembro deslizándose en su culo apretado. Mara gimió, su cuerpo ajustándose a él, sus músculos tensándose. Comenzó a moverse, sus embestidas lentas y profundas, cada movimiento enviando oleadas de placer a través de su cuerpo.

Mara se movía con él, sus caderas meciéndose, su cuerpo respondiendo a cada uno de sus movimientos. La habitación se llenó con el sonido de sus gemidos, sus cuerpos moviéndose en perfecta sincronía. El placer crecía con cada embestida, sus cuerpos sudorosos y temblorosos.

Finalmente, con un gemido gutural, él se corrió, su semen llenando su culo. Mara se estremeció, su propio orgasmo explotando a través de su cuerpo, sus músculos apretándose alrededor de él. Se quedaron así, sus cuerpos unidos, sus respiraciones agitadas, perdidos en el éxtasis del momento.

La tentación prohibida había sido satisfecha, pero Mara sabía que esto era solo el comienzo. Con una sonrisa traviesa, se giró hacia él, sus ojos llenos de promesas de más placer y deseo. “Espero que estés listo para más, hermanito. Porque esto no ha hecho más que comenzar.”